Fuimos jóvenes un día
que casi no recuerdo.
Las caras sin arrugas,
manos adolescentes,
me pintaba los labios,
el escote dejaba
asomar unos pechos.
Creíamos entender
el mundo sin saber
los juegos del azar
dentro del universo.
No quiero recordar
la juventud perdida,
aquella juventud
con sabor a chicle.
La juventud se fue
cuando corrían las cifras
y los veinte pasaban
como un breve febrero
después del que no llega
la nueva primavera.
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