Soñé que tu carroza
era de oro e iba
arrastrada por asnos.
Subido a la carroza
iba un niño grande.
¿Era el Delfín de Francia?
No, era nuestro hijo amado.
Llegaba a palacio
el niño dando palmas
y los borricos lindos
rebuznaban cansados.
Soñé que te quería.
¿Por qué soñé yo tanto?...
Despierto y no hay carrozas
ni niño, ni caballos.
Sólo hay una burra
al asno aguantando.
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