Algún día te quise
y me quisiste
para ser la madre
de tus tres hijos.
Nos reíamos juntos,
después reñíamos
como dos enamorados
que miran hacia fuera
y empiezan a odiarse.
Un día desperté
y te ví muy lejos
con otras mujeres
en lista de espera.
No quise llamarte
porque ya no eras
el hombre que reía
cuando era inocente
y que me enseñaba
con paciencia los placeres.
Eras un viejo
de color verde
que hacía reír a la gente
en un circo de hembras.
Mis suegros no se divorcian. Lo digo y repito porque ya tengo dudas. Veo a doña Sofía silenciosa. La dejamos en Palma con su hermana... diarioprincesaletizia.blogspot.com |
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